lunes, 2 de marzo de 2009

Otros elefantes regresando a la constelación de Orión

La 

poesía, esa inexplicable conexión de palabras y latidos nos sigue reuniendo. 

Hace tiempo publicamos una particular selección de poemas de Marcelo Marcolín que, 

hace unos meses nos fue devuelta “corregida y aumentada” por su autor.

 

A pesar de repetir algún material, nos parece importante compartirla y mantener vigente la presencia de este buen amigo y excel

ente poeta.

 

Marcelo es uno de los poetas que caminó las ciudades del conurbano, la gran metrópoli (sin superman, claro) y se desparramó por América Latina.  Su poesía refleja su tiempo y su vida, que es parte indivisible de ese tiempo «sobrevivido».  

Siempre ha reivindicado su pertenencia a los grupos «subterráneos» de los setenta (del siglo XX, claro), durante el tiempo inmediato anterior a la dictadura, esa orgía de semi libertad que desembocó en la locura. Haber caminado las calles durante los años duros, sin reivindicar ningún bando, pero siendo libres en medio de la represión, animándose a las hojitas con poemas, a los inocentes e insolentes gritos de rebeldía mimeografiada.  Esto lo ha marcado, como a muchos, y desde ese tatuaje del alma creció como poeta.  

Heredero de los mufados de los sesenta (Grinberg dixit), pariente de los beatnik y los malditos, Marcelo mantiene una línea que puede notarse en sus poemas desde los comienzos.  Esta «línea» no contradice el notable crecimiento literario (y humano, claro) desde POEMAS (1978) hasta EL VIEJO AUTOMÓVIL DE LOS SUEÑOS (2005). Sepan disfrutarlo.

 

Luis C. Aguirre


 HOJAS DEL AIRE

 

 

Desciende desde tan lejos el grito Acalián

desciende y se torna en voces que aúllan estas veredas del insomnio

mientras los ángeles maricas que esta ciudad propone

desvalijan los sueños de otro amanecer rioplatense.

Silencio nos han pedido los señores del poder

silencio para sanar nuestras bocas infectadas

silencio en el peregrinaje de la noche subterránea.

No he podido con los retos del más allá

mucho menos quedarme sentado en la carretera derrotada

hemos viajado desde el mar de Eros hasta la constelación de Afrodita

hemos sentido el calor entre las piernas de la victoria

y el sudor que despeina una semana entre tus desvelos.

Ámsterdam simula las luces de un amor fallido

y éramos tan pibes corriendo de aquí para allá

Parque Rivadavia y luego mates alucinados en Plaza España

eternos trenes violetas jugando en las vías del deseo

y piernas & bocas & papeles & pantalones & Artaud & Janis

& las guitarras en el cielo de Moguer & Allen Ginsberg sentado

junto a Bob Dylan frente a tu tumba & los collares de colores brillantes

enlazando tus pechos adolescentes

& Lennon cinco disparos en la noche asesina de NY & la larga ruta hacia el país de los enviados para fecundar el horizonte

& Jack Kerouac conduciendo el viejo automóvil de los sueños

 & Miguel leyendo su poema visionario

en la penumbra de aquella sala de la clandestinidad

& aquel viaje a oscuras con la lluvia

golpeando las ventanillas & todas las hojas eran del viento & Guevara abriendo

los portales de aquella década & porciones de gloria recorriendo tu cuerpo

vestido de noviembre & las calles decididas entre poemas y sonidos

vertiginosos de rock and roll & la muerte como excusa de un futuro demasiado joven.

Otros rostros volvieron a la plaza del encuentro

otras marcas bajando sus neutras palabras en la tarde de la conspiración

con un marzo que creía que todo lo podía y estaba por verse

pero no era así el baile alucinado bajo el cielo de diamantes.

Corredores de fuego en las generaciones alternativas,

bocas expandiendo el grito bajo la noche de los demonios,

eras el vino derramado sobre la lengua de la historia,

eras la última estrella en el rincón certero de esta ciudad.

Regresamos y ahora caminamos los espacios vacíos

todo el espacio se abre ante la mirada retrospectiva

aguas claras del Olimpo fluyen sobre nuestras camisas rojas

bajan de las tierras altas que marcan otros horizontes

los pájaros de octubre despiertan y sacuden las ropas de ayer

en el alba ardiente tu boca calma la furia de los relojes en el tiempo

y tus piernas de agua llevan mis palabras naufragas hacia el puerto de la gloria

entonces la palabra sagrada, entonces América despeinada,

ahora los cuerpos / los sueños / cascabeles andaluces

y el poema fantástico danzando en el patio de mi abuela.

 

 

Bajar el N° 21 dedicado a Marcelo Marcolín, completo:

http://www.4shared.com/file/90312167/96b452d9/Paradecir__21_-_Marcelo_Marcoln.html


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