martes, 9 de febrero de 2010

Nací en una ciudad espartana... José Luis Lucá





Nací en una ciudad espartana,
íntegramente consagrada a la guerra.
Fuí a la escuela
todas las mañanas frías.
Ahora busco en cada taza
de café nocturna
a los monjes tibetanos
a los poetas santos
a los genuinos sacerdotes
de la vida
y espero. En el más aprehendido
de los silencios posibles
espero.





A la vera del océano, bastante al sur del Trópico de Capricornio, nací una medianoche de invierno. Allí, atrevidos púrpuras del crepúsculo señalan inconmensurables llanos de pastos y montes de fantasmas con espinas. Descendiente directo de la sal y el eucalipto, he dormitado en la arena tibia de dunas increíbles, cobijado por la brisa marina de ancestros difusos y lejanos. Por el viento, o por distracción, no icé banderas. Tampoco levanté estatuas a la posteridad. La ciencia, la historia y los mapas, no han hecho mella en este cuerpo asoleado; y este corazón, felizmente abandonado a su suerte, se ha contentado con rendir culto a cierta poesía salvaje. He creído elucubrar ecuaciones mágicas para resolver la incógnita del amanecer. Luego, en un autoirreverente satori, esas poco creíbles escrituras alimentaron la salamandra en las noches del alma.