Tengo que admitir que la vida es un instante y una eternidad. Es frágil como un soplo y eterna como el mar. La soberbia de los humanos los ha hecho pensarse exclusivos y superiores. Han armado infinidad de cosmovisiones, mitologías y sistemas de pensamiento para calmar su angustia de pequeño animalito desterrado del paraiso. Nada se sabe de lo que piensan o sienten los demás seres y esa ignorancia ha servido para que el humano suponga su superioridad.
La única seguridad que tiene el humano es su pequeñez, su absoluto desamparo. Cuando sale de su cueva en la noche estrellada y levanta la vista hacia el infinito puede tomar conciencia de su dimensión. Un pequeño simio lampiño escrutando el universo parado sobre una roca viajera en el vacío insondable. Allí imaginó constelaciones y comenzó a soñar con dioses y héroes que den contenido a sus dudas.
Parado frente al cuerpo inerme de un semejante muerto, desgarrado por la certeza de no verlo despertar más, tuvo necesidad de responder a su terror. Supo que más temprano que tarde él también (y todos) estarían en iguales condiciones. Es así como comenzó a buscar una eternidad. Una estrella que le muestre una realidad menos cruel que la de la muerte, la descomposición, el polvo, el olvido. Se dio cuenta que polvo era y que en polvo había de convertirse.
¿Se hacen estas preguntas los individuos de otras especies? Nadie puede responder a esto. Tal vez no, tal vez tengan las respuestas o no las necesiten. Ellos no fueron expulsados del jardín del Edén, de manera que corren desnudos por la vida tratando de no tropezar con los temibles humanos.
Habiendo construido "civilizaciones" que contengan sus incertidumbres en frasquitos de certezas, no logra acallar su angustia de exilado. No hay construcción que haga guardar silencio a la vocesita que, en las noches, interroga sobre la noche definitiva.
Hay viejos libros que prometen felicidades o dolores eternos, según se sigan las instrucciones más o menos ambiguas que proponen. Pero no hay testimonios claros de su veracidad.
No hay respuestas, amigos, no las tienen los sabios, solamente hay más y más preguntas...
(Fragmentos de la "libretita" del autor)
3 comentarios:
La Antimitomanía está intacta, afortunadamente. Un abrazo Luis.
Hay tantas preguntas... La última especie del planeta, que convivió con el Homo Sapiens actual, fueron los Neanderthales...pero se exquinguieron hace unos 25 o 30 mil años sin que aún sepamos por qué... ¿Fue tal vez nuestro primer exterminio?
Cuanto más sabemos...menos sabemos. Esa es la dolorosa ilógica del conocimiento. Lo que aún queda...lo que nunca sabremos...
Saludos...
y cuando por fin obtienes respuestas, algo te crea nuevas preguntas...
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