martes, 31 de marzo de 2009

GABRIEL por Carlos Barbarito


 Hace muchos años me llamó por teléfono un amigo. Una parienta suya le había traído de regalo, de New York, un disco. Quería que yo lo escuchara, era una grabación en vivo y el grupo se llamaba Genesis. No tardé en llegar a su casa y, de inmediato, lo pusimos en la bandeja de su Inelro. A medida que avanzaba la audición coincidimos en que no se trataba de un grupo más, que era diferente y le auguramos un futuro inmenso. No es que fuéramos adivinos, se notaba y claramente que no estábamos en presencia de un grupo de un solo disco, o dos a lo sumo. Era 1974, un año después del lanzamiento del disco a nivel mundial. Aquí se editaría bastante más tarde. En la tapa del vinilo, alguien, en primer plano, extrañamente ataviado. Se llamaba -se llama- Peter Gabriel. Enumero los temas, con creciente emoción:Watcher of the Skies, Get´Em Out by Friday, The Return of the Giant Hogweed, The Musical Box, The Knife. Nos preguntamos: ¿quién es este Gabriel? ¿de dónde salió? Preguntas un tanto difíciles de encontrar una respuesta, lejos estábamos entonces de Internet y salvo Pelo, no llegaban a Pergamino, donde vivíamos, revistas de rock (¿había alguna otra por aquellos años?). Pocos eran los discos que llenaban la mínima batea de La quena, la única disquería, en la calle san Nicolás, porque no llegaban desde Buenos Aires o porque discos de la llamadamúsica progresiva no se editaban localmente. Muchas veces el dilema era importado o nada.Con la posibilidad actual de bajar desde la red cualquier música, uno olvida a veces lo difícil o directamente imposible que era obtener algo de King Crimson, Yes, Emerson Lake and Palmer, Soft Machine, Gentle Giant, Pink Floyd  y otros, incluso, esto parecerá abusurdo, llegamos aimaginar discos porque de ellos sólo teníamos algún comentario escrito. Salvo Pelo no disponíamos de otra fuente. Junto con Keith Emerson, Jon e Ian Anderson, Robert Fripp y Roger Waters, Peter Gabriel fue, desde entonces, un amigo cercano, un compañero de ruta.

 

     En agosto de 1975, Gabriel abandonó Genesis. Nos pareció una noticia lamentable, auguramos el fin del grupo -que no fue ya que se mantuvo con dignidad mientras permaneció Steve Hackett y luego sobrevivió, ¡hasta hoy!, con productos muchas veces lamentables-. El silencio duró dos años. En 1977, nos enteramos, vaya uno a saber cómo, de la inminente salida de su primer disco solista, que, editado aquí, escuchamos en casa del infaltable amigo que tiene todos los discos. Desde entonces y hasta hoy, si no me equivoco al cabo de dieciséis títulos y varias recopilaciones, Gabriel recorrió un camino donde predomina la coherencia, el respeto y una notable calidad. Durante años ansiamos verlo en vivo, pero, teniendo en cuenta, la escasa afluencia de músicos extranjeros durante los setenta y la lejanía por entonces de Buenos Aires de la ruta de sus giras, no abrigábamos esperanzas. Eran los años de la dictadura: prohibiciones, censura, acoso, silencio, persecución. Tuvieron que pasar los años para que la visita sucediese, en 1988 se organizó una serie de  festivales a través de Amnesty International. Cierro los ojos y retrocedo hasta el momento en que Gabriel salió a escena, ante una multitud que colmó el estadio de River, lo veo todavía sentado al piano cantando Red Rain.Y lo veo, en compañía de Sting, Bruce Springsteen, Tracy Chapman y Youssou N´Dour sobre el escenario. Juntos cantaron Get Up, Stand Up deBob Marley.  


    No estuve en el segundo concierto de Gabriel en Buenos Aires, en 1993, cuando presentó, en el estadio de Vélez, Secret World Tour.  En ese mismo estadio se presentó el domingo 22 de marzo, y allí sí estuve. Lejos de la magnificencia de otras presentaciones, el desempeño de Gabriel tuvo lugar en un marco casi despojado. Sólo una pantalla de fondo cuyas imágenes tenían relación con cada tema. A modo de prólogo, antes de cada canción, Gabriel leyó un escrito en español, con dificultad. El escenario despojado -esto me parece importante- nos obligó a concentrarnos en la música -que es, obviamente, lo fundamental-, sin casi ningún otro elemento distrayente. Fue, a lo largo de más de dos horas, una retrospectiva que abarcó sus treinta y largos años como solista, secundado por una banda impecable: mi admiradísimo Tony Levin en bajo, Richard Evans y David Rhodes en guitarras, Angela Pollack  en teclados, David Lynch en batería y Melanie Gabriel en coros -fue la voz solista en el único momento en que su padre salió de escena, interpretó Mother of Violence-. Fue una nueva confirmación de su talento, magnetismo y autenticidad. Hubo dos bises, pedidos por un público estimado en una 35.000 personas; cerró con Father, Son, Gabriel en piano y Levin en bajo, y su ya legendaria Biko.Claro, cada uno guarda para sí un momento que considera precioso. Para mí fue cuando sonóSan Jacinto, luego de que el propio Gabriel explicara la génesis de la canción: un indio nortamericano que, para ser considerado guerrero, debe resistir en el desierto con veneno de serpiente cascabel en su sangre -historia que el propio nativo le contara al músico, hace años, en Los Angeles-.

 

 

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