lunes, 5 de febrero de 2007

Gustavo A. Silva


Esta vez hemos seleccionado material de Gustavo A. Silva, un poeta al que es necesario conocer. Tanto su poesía como su expresión plástica (es dibujante y diseñador gráfico) son de una creatividad e ingenio admirables. Desde la sencillez, sin necesidad de interpretaciones de iniciados, su mensaje llega cargado de fuerza y no da lugar a dudas desde qué lugar del alma vibra su cuerda.

Los poetas encuentran en la experiencia cotidiana el tema y el sabor de su mensaje. Y desde ese encuentro de lenguaje y experiencia cotidiana, surge la creación que vuelve con su carga de sensibilidad, su humor o su tristeza.

En el caso de Silva, vemos cómo no necesita códigos especiales ni referencias ideológicas para ofrecer un agudo mensaje de crítica y reflexión sobre la sociedad, el amor, el no amor, la vida, la muerte y el terco porvenir al que apuesta siempre una esperanza.


Cinco mil ochocientas

y tantas veces

Me he preguntado

cinco mil ochocientas cincuenta y cuatro veces

que alquimia

que impulso violento

que mordaza por romper

me lleva a escribirte a padecerte

a resucitarte sin esperar el tercer día;

que perversa manía de enamorarse

hasta los dientes;

de deshacerme en poesía

de desahogarme en nombrarte

de creerte lo que no tiene remedio,

de elegirte entre todas las mentiras

Me he preguntado

que coalición inexplicable

que conjuro de estrellas

que confabulación intergaláctica

hará perdurar la lluvia en luna

una sombra mordiendo otra sombra;

que silencio desmesurado

podrá apenas cavar un resquicio de luz

en lo insondable de tus ojos,

que desquicio a viento cruel

asolará sin tregua mi comarca

Me disfrazaré de esdrújulas

para huir de este palabrerío grave,

albergaré el dulzor precario de la esperanza

la magia lisiada en creer y en crear milagros;

soportaré con estoicismo y vergüenza

el desdén de tu piel

cuando se avecinen noches intratables:

noche de espuma ácida como mares

erosionando las piernas de mi cama;

la sed y un espejismo a vos

petrificando sábanas

y la esperma doliendo molesta

inservible sutil servil

por donde quiera que el deseo duela;

la falsa escuadra de tu boca

entornada como a media risa

señalando el lugar exacto

por donde se ahogaron

mis peores poemas:

el sentido común

la escritura automática

el cadáver exquisito

las reglas gramaticales

la indiferencia preparando una fiesta

el más obtuso sentir del amor

y lo abyecto de un corazón

clavando el aire de campanas

repicando sin demasiada esperanza

cinco mil ochocientas cincuenta y cinco veces

por donde quiera que tu ausencia duela.



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