martes, 13 de febrero de 2007

HUGO PATUTO



Con marcada precisión las hormigas dejan

ese ineludible tesoro que sube por tu mejilla:

un limonero derrotado. Mañana

tendrá todos los matices a su favor

(escape dentro del fuego).

Nada que decir mientras la tarde

hace de nosotros

un barrilete desnudo. (27-01-06)




En la reunión familiar tu sombra

llevó lejos un eco de animal cansado

hasta que vino y luz

minaron el contorno de la fiesta. (20-02-06)



El atajo de la noche puebla con ladridos

una ceremonia que sucede más allá del canto

y de la imperceptible dislocación fuera

del paraíso acordado.

Somos el aire que vislumbra

el mismo contorno para devolver esa fruta,

esa mezcla de la edad y la sangre

que supone la cita del cuerpo.

Entre los edificios

una cobra revuelta de amenaza

como el perfil de cuanto vibra

sometido al calor de tu boca. (02-03-06)

Gustavo A. Silva


Esta vez hemos seleccionado material de Gustavo A. Silva, un poeta al que es necesario conocer. Tanto su poesía como su expresión plástica (es dibujante y diseñador gráfico) son de una creatividad e ingenio admirables. Desde la sencillez, sin necesidad de interpretaciones de iniciados, su mensaje llega cargado de fuerza y no da lugar a dudas desde qué lugar del alma vibra su cuerda.

Los poetas encuentran en la experiencia cotidiana el tema y el sabor de su mensaje. Y desde ese encuentro de lenguaje y experiencia cotidiana, surge la creación que vuelve con su carga de sensibilidad, su humor o su tristeza.

En el caso de Silva, vemos cómo no necesita códigos especiales ni referencias ideológicas para ofrecer un agudo mensaje de crítica y reflexión sobre la sociedad, el amor, el no amor, la vida, la muerte y el terco porvenir al que apuesta siempre una esperanza.


Cinco mil ochocientas

y tantas veces

Me he preguntado

cinco mil ochocientas cincuenta y cuatro veces

que alquimia

que impulso violento

que mordaza por romper

me lleva a escribirte a padecerte

a resucitarte sin esperar el tercer día;

que perversa manía de enamorarse

hasta los dientes;

de deshacerme en poesía

de desahogarme en nombrarte

de creerte lo que no tiene remedio,

de elegirte entre todas las mentiras

Me he preguntado

que coalición inexplicable

que conjuro de estrellas

que confabulación intergaláctica

hará perdurar la lluvia en luna

una sombra mordiendo otra sombra;

que silencio desmesurado

podrá apenas cavar un resquicio de luz

en lo insondable de tus ojos,

que desquicio a viento cruel

asolará sin tregua mi comarca

Me disfrazaré de esdrújulas

para huir de este palabrerío grave,

albergaré el dulzor precario de la esperanza

la magia lisiada en creer y en crear milagros;

soportaré con estoicismo y vergüenza

el desdén de tu piel

cuando se avecinen noches intratables:

noche de espuma ácida como mares

erosionando las piernas de mi cama;

la sed y un espejismo a vos

petrificando sábanas

y la esperma doliendo molesta

inservible sutil servil

por donde quiera que el deseo duela;

la falsa escuadra de tu boca

entornada como a media risa

señalando el lugar exacto

por donde se ahogaron

mis peores poemas:

el sentido común

la escritura automática

el cadáver exquisito

las reglas gramaticales

la indiferencia preparando una fiesta

el más obtuso sentir del amor

y lo abyecto de un corazón

clavando el aire de campanas

repicando sin demasiada esperanza

cinco mil ochocientas cincuenta y cinco veces

por donde quiera que tu ausencia duela.